La llegada del ferrocarril marcó al mundo en lo económico y en lo social, siendo uno de los pilares fundamentales de la Revolución Industrial. Para España además, supuso un antes y un después en cuanto a articulación de su territorio.
El primer ferrocarril español data de 1837 y curiosamente, se construyó en Cuba, por entonces aún colonia española; hablamos de la línea La Habana-Güines. Para su llegada a la península hubo que esperar más de una década, cuando en 1848 se inauguró con honores la línea Barcelona-Mataró, un tramo de 28 kilómetros que aún sigue en uso.
Hay que entender que hasta la llegada del tren a España puso patas arriba el transporte estaba dominado por las diligencias, carruajes que requerían de varios días de viaje. Por ello, no es de extrañar que cada inauguración de una línea ferroviaria fuera celebrada como un acontecimiento.
Pronto, el ferrocarril se convirtió en un elemento definitorio de la Revolución Industrial y fue motor de la industria minera y siderúrgica. Su implantación también alteró los comportamientos sociales, facilitando desplazamientos por trabajo o placer. E incluso contribuiría a redefinir los paisajes españoles.
El ancho de vía ibérico
Un rasgo distintivo del ferrocarril español es que su ancho de vía es mayor al europeo. Esto fue conocido como ancho de vía ibérico y obedecía a motivos prácticos; dado lo abrupto del relieve español, eran necesarias locomotoras con espacio para maquinaria mayor, capaz de hacerlas ascender importantes pendientes. Como consecuencia, España quedó aislada de la red europea.
Con la Ley General de Caminos de Hierro de 1855 vino la gran expansión ferroviaria, construyéndose cientos de kilómetros de vía en lo que fue un tremendo esfuerzo económico que consiguió articular el país.
De las nacionalizaciones al AVE
De la colaboración de empresas españolas con extranjeras y el gobierno surgieron varias compañías ferroviarias pero el gobierno franquista nacionaliza toda la vía ancha bajo el nombre de la Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles (RENFE). Años más tarde, haría lo propio con la vía estrecha del norte en FEVE (Ferrocarriles Españoles de Vía Estrecha).
La democracia trae el cierre de muchas líneas no rentables, el nacimiento de las líneas de Cercanías alrededor de los núcleos urbanos y sobre todo el hito de la Alta Velocidad Española (AVE), capaz de superar velocidades de 300 km/h y ya con ancho europeo. Se inaugura en 1992 con la línea Madrid-Sevilla, a la que han seguido numerosos tramos hasta convertir España en el segundo país del mundo con más kilómetros de alta velocidad.
El futuro del tren en España
Como hemos visto, la historia del ferrocarril está muy ligada al progreso de España y afronta con optimismo el reto de articular una red de alta velocidad eficiente, impulsar nuevos combustibles como el gas natural licuado y demás retos del ferrocarril del futuro.
El tren se ha enfrentado a muchas dificultades desde sus orígenes, por lo que a buen seguro saldrá también del túnel de la pandemia. Para contribuir a que el tren sea incluso en estos momentos el transporte más seguro, Industri fabrica estores anticontagio para trenes que aseguran el distanciamiento e impiden la transmisión del covid-19.